
Una mente que vence el afán
CUIDE SU MENTE, DÍA CINCO

Efesios 4:32
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

Principio espiritual
El afán y la ansiedad no son de ningún provecho. Si confiamos en Dios podemos salir adelante.

Explore e investigue
A continuación, se proveen algunos apartados para ampliar la investigación y la exploración del tema.
1. Afán
Estado mental en el que uno se preocupa por algo o por alguien. Este estado mental puede variar desde un interés genuino (Filipenses 2:20 y 28, 2 Corintios 11:28) hasta obsesiones dañinas que se originan en una perspectiva distorsionada de la vida (Mateo 6:25-34, Marcos 4:19, Lucas 12:22-31).
El Señor Jesús no prohibió el interés genuino por la comida y el abrigo. Sin embargo, enseñó que debemos mantener las cosas en la perspectiva correcta. El reino de Dios debe ser nuestra prioridad. Todo lo demás se ubicará en su lugar después de que hagamos esto (Mateo 6:33).
La palabra afán, a menudo, se relaciona con:
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Trabajo excesivo, solícito y congojoso.
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Trabajo corporal, como el de los jornaleros.
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Fatiga, penalidad, apuro.
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Prisa, diligencia, premura.
2. Ansiedad
Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.
Todas las personas que anhelen servir a Dios deben liberarse de la preocupación y de la ansiedad.
El verbo griego para preocupación o ansiedad hace referencia algo que está “separado, roto o dividido”. Además, la palabra griega “hepiva” de la cual traducimos la palabra “ansiedad”, solía usarse para describir una columna de piedra que había comenzado a agrietarse. Obviamente, esta corría el riesgo de desplomarse. Por ende, cuando nos preocupamos y tenemos ansiedad, nuestra mente está “agrietada”.
Si tal condición persiste, nuestra vida puede colapsar. Lo opuesto a esta condición es la fortaleza espiritual, la claridad de pensamiento y la paz. Todas estas cosas se relacionan con una columna de marmol, firme, rígida y estable (Proverbios 18:10, Salmo 91:2).
Cuando nos encontramos en tales condiciones, nuestras energías espirituales y mentales se agotan, y somos incapaces de llevar adelante nuestro trabajo para Dios. Por tal motivo, es imperativo que aquellos que sirven a Dios pastoreando y liderando a otros, saquen toda clase de preocupaciones y ansiedades de su corazón.
¿Cómo podemos superar la preocupación y la ansiedad cuando vienen a nuestra vida? Primero, tenemos que orar. Debemos venir a Cristo y orar hasta que experimentemos su paz. Cuando oramos y sentimos profundamente la presencia de Dios, Él nos ayuda y nos cuida, y desaparecen toda preocupación y ansiedad (Filipenses 4:6-7).
¿Tiene usted preocupación o ansiedad en su corazón? A Dios no le gustan esos sentimientos, pues Satanás los aprovecha para tentarnos. Recuerde las promesas de ayuda, socorro, provisión y fortaleza dadas por Dios (Salmo 46:1-2, Salmo 73:25-26, Juan 14:27).
3. Temor
Respuesta emocional natural ante lo que se percibe como amenaza a la seguridad o al bienestar general. Varía en grado de intensidad, desde una sensación de ansiedad o preocupación, hasta un terror absoluto.
El temor puede ser una emoción útil cuando conduce a tomar precauciones o medidas adecuadas para proteger el bienestar personal. Por ejemplo, la persona que baja la velocidad mientras maneja en carretera al tomar una curva peligrosa, está evitando una tragedia, gracias al temor natural de preservación. No osbtante, esto se distingue del temor o la preocupación excesiva de una persona que no tiene paz en cuanto al porvenir.
Si el temor es inducido por un error o si se prolonga y supera otras emociones más positivas como el amor y el gozo, puede ser un impedimento para disfrutar el regalo de la vida que Dios nos ha dado, y tal vez lleve a incapacidad para participar de las actividades normales del día a día.
El temor ansioso o la preocupación se convierten en pecado de orgullo e incredulidad cuando desvían nuestra atención para que dejemos de seguir al Señor (Isaías 51:12-13, Marcos 4:19, Lucas 10:41) o hacen que confiemos en nuestros propios recursos y capacidades, antes que confiar en Dios (Mateo 6:19-34, Salmo 55:22).
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Temor como sensación de ansiedad
El familiar concepto de temor inducido por una situación amenazante es común en la Biblia. La primera emoción a que se hace referencia explícita es el temor de Adán y Eva al castigo divino por comer del fruto del árbol prohibido (Génesis 3:10). En este caso, el temor los motivó a esconderse de Dios. El temor de Jacob a Esaú lo motivó a orar (Génesis 32:11). A veces el temor produce silencio o inhibe la acción, como cuando Is-Boset “no pudo responder palabra” (2 Samuel 3:11, 2 Crónicas 17:10).
El mandamiento bíblico de no temer se refiere a no entrar en pánico ni quedar paralizado por el temor, y a no permitir que el temor ante la percepción de una amenaza obstaculice la obediencia a Dios.
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Temor como actitud de respeto y sumisión
Otra indicación de que el concepto bíblico del temor no es necesariamente un sentimiento involuntario, es que las mismas palabras se usaban para indicar la respuesta adecuada frente a una autoridad:
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Un niño frente a sus padres (Levítico 19:3)
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Los ciudadanos frente a sus líderes (Josué 4:14, Romanos 13:7)
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Un siervo frente a su amo (Malaquías 1:6, Efesios 6:5)
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Una esposa frente a su esposo (Efesios 5:33)
En estos casos, el temor tiene la connotación de obediencia. El respeto o la honra pueden haber sido la forma en que el pueblo de Israel “temió” a Salomón cuando observó que este tenía sabiduría de parte de Dios (1 Reyes 3:28).
El respeto o la reverencia también es la actitud adecuada hacia el santuario de Dios (Levítico 19:30). El temor, en su sentido positivo, puede ser lo opuesto a tratar a alguien o algo como común, insignificante, irrelevante o no digno de atención.
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Temor como actitud reverente a Dios
Cualquiera de estos sentimientos (terror, honor, sumisión) pueden estar presentes cuando el objeto del temor es Dios, con el sentido adicional de adoración. Para los que son enemigos, en lugar de seguidores del Señor, lo adecuado es sentir miedo (Jeremías 5:22). Ese temor es limitado porque Dios no es caprichoso, sino que actúa en forma coherente con su carácter justo y su voluntad revelada. No obstante, los practicantes de la idolatría e injusticia tienen razón para temer la ira y el juicio venidero de Dios (Salmo 90:11, Isaías 13:6-11, Hebreos 10:26-31).
A menos que nuestra seguridad esté garantizada, el terror es la única respuesta razonable cuando uno se enfrenta con un Ser cuyo conocimiento y poder son ilimitados. La Biblia incluye muchos casos de apariciones divinas o angélicas donde el temor es la respuesta natural (Éxodo 3:6, 20:18-20, Daniel 10:10-12, Lucas 1:12-13, 30). Después de la resurrección de Jesucristo, por ejemplo, la aparición de los ángeles hizo que los guardias de la tumba temblaran de miedo, mientras que a las mujeres que creían se les dijo que no tenían nada que temer (Mateo 28:4-5).
En la literatura bíblica, el temor y el amor se hallan asociados con la lealtad y el pacto. Temer a Dios es tener lealtad hacia Él y, en consecuencia, a sus enseñanzas, de tal manera que afecten nuestros valores, convicciones y conducta (Génesis 20:11, Levítico 25:17, 36, 43, 1 Samuel 12:14, 24, Salmo 128:1, Proverbios 8:13).
4. Buscar
En el contexto bíblico, la palabra buscar se relaciona con “escudriñar, examinar e inquirir” (Salmo 105:4, 27:4, Amós 5:4, Deuteronomio 4:29). Esta palabra también peude referirse a “ir en pos de” o “ir tras de” e incluso “pedir y anhelar” (Mateo 7:7-8). Este concepto aparece cerca de 220 vece en toda la Biblia.
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Buscar a Dios
Esto equivale a consultar a Dios para conocer su voluntad y, humildemente, obedecerla. En la Biblia, una persona o un pueblo busca a Dios para tomar una decisión (1 Reyes 22:5-8), para resolver un litigio (Éxodo 18:15) o para orientarse en una situación crítica (2 Samuel 21:1, 2 Reyes 3:11, 8:8, 22:18). Con la finalidad de buscar o consultar a Dios, se solía acudir al tabernáculo de reunión (Éxodo 33:7) o al templo (Deuteronomio 12:5). Era posible consultar a Dios por medio de un sacerdote (Números 5:11) o de un profeta (Éxodo 18:15, Números 23:3).
5. Confianza
El significado bíblico de confianza se refiere a la certeza de que la Palabra de Dios está con nosotros, y de que su presencia y nuestra fe están en perfecta sintonía. La palabra confianza es sobretodo un acto de fe. Es confiar en aquello que creemos que es bueno, ya sea en el nombre del Señor como en el mundo que nos rodea.
Podríamos añadir que la confianza es todo aquello que simboliza unión, fe y respeto por una serie de valores, ya sean religiosos, morales u otros. Es por ello que el significado bíblico de confianza está muy relacionado con la presencia de la fe.
Aquella confianza que depositamos en nuestro Señor es esencial para apoyar nuestras creencias, sin esa confianza sería imposible poder dar algún valor a nuestra fe en nuestro Dios.