
Aprenda a esperar grandes cosas
DESARROLLE SU MENTALIDAD, DÍA TRES

Salmo 81:10
Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré.

Principio espiritual
Los piensan en grande, son bendecidos con grandes cosas de parte de Dios.

Explore e investigue
A continuación, se proveen algunos apartados para ampliar la investigación y la exploración del tema.
1. Éxodo, Salida de Egipto
La palabra “éxodo” significa “salida” o “emigración” de un pueblo o de una muchedumbre de personas. El éxodo bíblico está registrado en el segundo libro de la Biblia. Los hebreos llaman a este libro “Ve-eleh shemoth” que se traduce como “y estos son los nombres”, las cuales son las palabras con las que comienza el relato (Éxodo 1:1).
El Exodo no es otra cosa sino la obra de Dios a través de la persona de Moisés para sacar a su pueblo Israel de la tierra de servidumbre a poseer la tierra que le había prometido a Abraham hacía unos 600 años atrás. Por lo que su principal propósito era la salida de Egipto por parte del pueblo de Dios y así conquistar la tierra prometida (Canaán).
-
Panorama general del libro del Éxodo
Éxodo comienza con los descendientes de Jacob que sufren opresión, esclavitud e infanticidio en Egipto; y termina con la manifestación de la presencia, el poder y la gloria de Dios que acampa en el desierto en medio de su pueblo liberado.
El libro se divide en tres secciones principales.
Primera parte
Los capítulos 1-14 revelan a Israel en Egipto sufriendo bajo la opresión de un faraón que no conocía a José, y a Dios redimiendo a Israel “con brazo extendido y grandes juicios”. Entre los sucesos monumentales de esta parte de la historia de Israel están: el nacimiento, la preservación y la preparación de Moisés (capítulo 2), el llamamiento de Moisés en la zarza ardiente (capítulos 3-4), las diez plagas (capítulos 7-12), la Pascua (capítulo 12), y el cruce del Mar Rojo (capítulos 13-14). El éxodo de Israel de Egipto se considera a través del Antiguo Testamento como la experiencia predominante de redención del pacto antiguo.
Segunda parte
Los capítulos 16-18 describen a Israel en el desierto en ruta al monte Sinaí. Dios guió a su pueblo redimido con una nube y una columna de fuego y les suministró el maná, las codornices y agua, mientras les enseñaba a andar por fe y obediencia.
Tercera parte
Los capítulos 19-40 presentan a Israel en el monte Sinaí recibiendo la revelación en relación al pacto, los Diez Mandamientos, el tabernáculo y el sacerdocio. El libro concluye con la terminación del tabernáculo y la gloria de Dios que lo llena.
-
Cristo en el Éxodo
Moisés es un símbolo de Cristo, porque libera de la servidumbre. Aarón también sirve como otro símbolo de Jesús en su calidad de sumo sacerdote (Éxodo 28:1), al interceder ante el altar del incienso (Éxodo 30:1).
La Pascua indica que Jesús es el Cordero de Dios que fue sacrificado para nuestra redención (Éxodo 12:1–22). Los pasajes que comienzan en el evangelio de Juan con el «Yo soy» tienen sus antecedentes en Éxodo. Juan afirma que Jesús es el pan de la vida; Moisés habla del pan de Dios de dos maneras, como el maná (Éxodo 16:35) y como el pan de la proposición (Éxodo 25:30). Juan nos dice que Jesús es la luz del mundo; en el tabernáculo el candelero sostiene una luz que nunca se apaga (Éxodo 25:31–40).
-
Significado espiritual del Éxodo
A lo largo de la Biblia, encontramos cientos de referencias acerca de lo que Dios hizo con su pueblo redimido en el desierto luego de sacarlos de la tierra de Egipto (Salmo 77:14-20, Salmo 81, 136, 114, etc). Este evento tan importante en el que Israel fue sustentado, acompañado, provisto y protegido por Dios, sirve como referente directo del cuidado y compromiso que Dios tiene hacia su pueblo.
El Mar Rojo que se abrió por el viento del este enviado por el Señor, representa la manera en la que Dios abre camino cuando delante de nuestros ojos no hay a dónde ir. Dios despliega su gran poder y nos guía por el mejor camino.
Las aguas amargas del estanque de Mara que fueron endulzadas, representan cómo Dios sana y restaura nuestros corazones, retirando la amargura y el dolor, cuando conocemos a Cristo como Salvador y Él sana nuestro interior.
El maná que cayó del cielo implica la soberana provisión de Dios para su pueblo amado. Aunque nos encontremos en necesidad, en aflicción o tribulación, nuestro Dios es fiel y compasivo. Él se encarga de todas nuestras necesidades y prepara todo anticipadamente.
El agua que salió de la roca, representa la salvación que nos es concedida por Cristo cuando bebemos mediante la fe del agua espiritual (Juan 7:37-39).
2. Dureza de corazón
Acción o estado de resistencia y rechazo a la Palabra y la voluntad de Dios. Puede ser rechazo a escuchar la Palabra de Dios, a someterse y obedecer Su voluntad o a seguir al Señor. La dureza de corazón puede Incluir resistencia tanto al mensaje entregado como al mensajero que lo entrega (Hechos 7:52-60).
El “endurecimiento" es un proceso por el cual una persona deja de tener conciencia de un acto de maldad cometido o de una actitud pecaminosa adoptada, como orgullo, impiedad, odio, lujuria, etc. (Hebreos 3:13; 1 Timoteo 4:1-5). Los hábitos pecaminosos pueden producir o intensificar la condición de endurecimiento. La dureza de corazón puede hacer que se destruya el sentido de pecado de la persona y se anule así la posibilidad de arrepentimiento.
La Biblia usa una palabra para referir la conducta de la persona que ha endurecido su corazón, que no tiene ningún deseo de arrepentimiento y se ha habituado al pecado. Esa palabra es “iniquidad”.
Uno de los principales aspectos del tema de la dureza de corazón se refiere al agente de endurecimiento. La Biblia describe como agentes tanto a Dios como a los individuos. Por ejemplo, un pasaje del libro de Éxodo afirma que Faraón endureció su corazón (Éxodo 8:15). En otros lugares se dice que Dios endureció el corazón de Faraón (Éxodo 4:21, 10:1).
Pablo afirma que Dios endurecerá a quien Él quiera y será misericordioso con quien Él desee serlo (Romanos 9:18). La Biblia también expresa severas advertencias a quienes endurezcan su corazón, y esto implica que las personas son responsables de la condición de su corazón (Salmo 95:8; Hebreos 3:8-15, 4:7). Por tanto, el endurecimiento puede ser considerado tanto obra de Dios como de la persona misma.
Es importante notar que la palabra “endurecer” en la Biblia, no se refiere al hecho de hacer mala o pecadora a una persona, sino que se refiere al hecho de hacer más duro, necio y terco, lo que en un principio ya lo era. Es decir, Dios no hace mala o pecadora a la gente. Las personas ya lo son desde el momento en que nacen. Todo ser humano tiene una predisposición al pecado, misma que heredó de Adán, el primer progenitor. Lo que Dios hace en la obra soberana de “endurecimiento”, es valerse de la maldad existente en el corazón del hombre para cumplir un propósito eterno.
La importancia de los pasajes que hablan sobre este tema es que Dios usa esa condición lamentable como medio para lograr sus propósitos. Por la dureza del corazón de Faraón, Dios libró a los israelitas de la esclavitud en Egipto y finalmente los condujo a la tierra prometida (Josué 11:20).
El hecho de que la Biblia afirme en algunos pasajes que faraón endureció su corazón, mientras que en otros se afirme que fue Dios quien endureció el corazón del faraón, deja entrever que el hombre es responsable de sus actos pecaminosos y malos, mientras que el Señor, en su soberano y sabio consejo, se vale de ello para cumplir su voluntad.
La Biblia también nos enseña que Dios usó la dureza de Israel para dar salvación a los gentiles (Romanos 11:7-25). En estos pasajes se ponen de manifiesto los propósitos soberanos de Dios. La dureza obstinada del corazón de las personas puede ser la oportunidad para que Dios manifieste su gracia y misericordia. El brillo de la redención de Dios se destaca en contraposición a la oscuridad del pecado humano.
Los hijos de Dios debemos cuidarnos de no permitir que nuestro corazón se endurezca, como el de los impíos (Efesios 4:17-19). Antes bien, debemos mantener un corazón humilde y sencillo que busca el rostro de Dios (Salmo 51:16-17).
3. Caminos de Dios
En la Biblia, el concepto de “caminos” es presentado como el proceder, obrar o actuar de una persona. También hace referencia a los valores y principios de la persona. El hombre tiene sus propios caminos (Proverbios 5:21, Salmo 119:168, Job 23:10, Hageo 1:5) mientras que Dios tiene los suyos (Isaías 35:8, Éxodo 18:20, Deuteronomio 10:12-13, Josué 22:5).
La Biblia también nos presenta una diferencia tremenda entre el camino de Dios y el camino del hombre (Isaías 55:8-9).
-
Menosprecio por los caminos de Dios
En el Salmo 103:7-8 podemos leer que Dios hizo notorios sus caminos a Moisés y a los israelitas. De la misma manera como los padres aman a sus hijos, Dios ama a los israelitas que son su pueblo escogido. Sin embargo, los israelitas renunciaron a esta bendición, adoraron ídolos y se entregaron a la iniquidad.
En particular, los líderes y los funcionarios del gobierno eran personas orgullosas carentes de toda compasión, entregados a toda suerte de perversidades en busca de satisfacción para sus deseos carnales. Acostumbraban presentar ofrendas en forma despectiva, trayendo lo peor de las ovejas, y la observancia de los días especiales eran para cubrir las apariencias. En el caso de los sacerdotes, la corrupción interna era indescriptible (Isaías 1:13-15).
La iniquidad de Israel y el menosprecio por los caminos de Dios, provocó la ira y el enojo de Dios (Isaías 1:3).
-
Los caminos de Dios
En su Palabra, Dios nos ha declarado sus caminos. Es decir, Él nos ha mostrado su voluntad, carácter y obras. Dios quiere que andemos delante de Él como es digno de su nombre.
La misericordia de Dios
A través del profeta Isaías, Dios comunicó a los israelitas sus pecados y les advirtió del juicio venidero. Por otra parte, por su amor y compasión sin límites, los exhortó a que se convirtieran al Señor y se apartaran de sus pecados.
En la Biblia encontramos al Dios misericordioso, que tiene compasión y amor hacia sus escogidos. Hay gente que piensa que, debido a sus pecados, Dios no podrá perdonarlos. Sin embargo, Dios no niega su perdón a aquellos que se arrepienten y se humillan ante Él (Salmo 103:3, 78:38, Miqueas 7:19).
La autoridad de Dios
Para que podamos caminar debidamente con Dios, siendo prosperados en todo, con salud, así como prospera nuestra alma, debemos comprender la autoridad de Dios.
Génesis 1:1 y el Salmo 8:3 hablan sobre Dios creando el mundo. Ya que Dios es el Creador de todas las cosas y el Autor de la vida, solamente Él tiene la autoridad sobre todas las cosas. Dios no solo creó el cosmos sino que también creó la vida del hombre. Dios creó a Adán y a Eva y les situó en el huerto del Edén, donde no existían el sufrimiento ni el dolor. Sin embargo, le dio una advertencia (Génesis 2:16-17).
El fruto del árbol del bien y del mal representaba la autoridad de Dios. El juicio del bien y del mal puede hacerlo solo Dios, el Creador de este mundo. Sin embargo, el hombre cayó en la tentación del diablo que le sugirió que el hombre puede ser como Dios si comía del árbol prohibido. Tentado de esta forma, el hombre comió el fruto prohibido y cometió el grave pecado de desafiar la autoridad de Dios.
Por ese pecado, el hombre fue expulsado del Edén. Después de esta transgresión, el hombre desafió de nuevo a Dios al construir la torre de Babel. Esta vez también fracasó porque Dios puso confusión en el hombre diversificando las lenguas, lo que provocó la dispersión del hombre sobre la faz de la tierra.
No solo esto, sino que en la época de Cristo, muchos fariseos, doctores de la ley, saduceos y fariseos, desafiaron sin cesar al Señor Jesús. No creían que fuera el Hijo de Dios y por eso lo desafiaban. Al final, gritaron injustamente pidiendo su crucifixión. Todo esto, simplemente era un desafío y desconsideración a la voluntad y autoridad de Dios.
A través de la historia, Dios nos muestra que todo aquel que desafía su autoridad recibe un juicio terrible. Todo aquel que cree en Jesucristo llega a recibir salvación. Pero los que se oponen a Él reciben un castigo severo. Por lo tanto, debemos aceptar a Jesús como nuestro Salvador y debemos reconocerlo como nuestro Señor.
La expectativa de Dios
Cuando, en un hogar, los padres llegan a tener hijos, ellos esperan que los niños crezcan sana y debidamente. Por eso, les dan amor, cuidado y se esfuerzan al máximo por darles una buena educación. Mientras los hijos crecen, los padres tienen grandes expectativas para ellos. Algunos padres sueñan con que sus hijos sigan sus pasos y hereden las empresas que con tanto trabajo construyeron.
Otros padres, sueñan con que sus hijos sean personas respetables, amables y apreciables. Los buenos padres quieren ver a sus hijos triunfar. Y por consiguiente, todo padre tiene una expectativa puesta en su hijo. Todo padre tiene depositado un sueño en la vida de su hijo. Y de la misma manera, el Padre celestial, quien nos amó y nos dio salvación por medio de Cristo, tiene una gran expectativa con nosotros.
Una de las cosas más importantes que debemos tener en cuenta para caminar con el Señor es la clase de vida que Él quiere llevemos. Esto es a lo que se llama “La expectativa de Dios”. Debemos meditar profundamente en la pregunta “¿Cómo espera Dios que yo viva? ¿Qué clase de vida quiere el Señor que yo lleve a cabo?” Y debemos esforzarnos al máximo por llevar vidas que agraden y honren su nombre.
Para caminar con el Señor debemos apartarnos del pecado tanto en publico como en lo privado. Debemos vivir delante de Dios cada día de nuestra vida. Muchas personas viven como si Dios no estuviera mirando y por eso pecan en privado. Eso solo lleva a la destrucción y al quebranto. Debemos ser íntegros.
4. Expectativa
Esperanza o posibilidad de conseguir algo.